LOS CORTOS

viernes, 8 de abril de 2011

Nunca había tenido problemas y las relaciones con mis compañeros eran fluidas y gozosas, pero mi vida cambió cuando me graduaron la vista. Cuando aparecí por clase con las gafas, mi carisma se evaporó como por ensalmo. Casi todos se mofaron a mi costa y yo sentí por vez primera el injusto látigo de la vergüenza.

Durante el recreo, me dejaron solo, aislado en mi interior, de pronto triste y filósofo. Cabizbajo, no lo sentí acercarse. Siempre había sido un chico muy callado, un tímido en quien nunca reparé y a quien nunca me interesó tenerlo como colega.

–¿Quieres que juguemos? –me preguntó desde su voz apocada y su mirada tierna.

–Es que llevo gafas.

–No importa. Todos somos cortos en algo: tú de vista y yo de palabras.

–Pues juguemos –concedí con júbilo, de pronto consciente del gran mérito de aquel ser que tanto había ignorado.

Desde aquel día, nos hicimos inseparables y, sobre todo, aprendí que la amistad no repara en lo externo de las personas. Los cortos pueden llegar muy lejos.

Autora: Isabel Martínez Barquero

2 comentarios:

Isabel Martínez Barquero dijo...

Muchísimas gracias, Mercedes. Es todo un honor para mí estar en esta página, que este pequeño microrrelato quepa en este espacio de superación contrastada.
Un fuerte abrazo, todo mi apoyo y todo mi cariño.

Merche González dijo...

Muchas gracias, Isabel, el honor es para mí. En este "espacio de superación contrastada" espero que te sientas cómoda.

Besicos, amiga.